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Cine y Jazz

The Miles Davis story: So what?

The Miles Davis story: So what?

The Miles Davis Story. The definitive look at the man and his music. Yo no sé si ésta será la definitiva mirada a la persona de Miles y por ende (indisoluble más que nunca la dicotomía) a su música, pero ver solamente la cara de Miles en los muy jodidos para él años 80, oír su voz rota por todo y por nada (siempre tuvo la voz raspada en su habla) y ver cómo él sabía que en cualquier momento la cuerda que le sostenía sin red se le iba a romper, produce eso, entre congoja, compasión y respeto. Lo que tampoco sé es por qué orden.

 

El documental es inglés y lo dirige un desconocido Mike Dibbs. El documental cuenta con el testimonio de músicos vivos que tocaron con Miles. Ron Carter, Joe Zawinul, Corea, McLaughlin, Bill Evans (saxo), Marcus Miller, Jack Dejonhette. También habla su primera mujer, su segunda, sus hijos. El retrato es musical y también está el humano. Del musical ya hablaremos ahora. Del humano...

 

Pasiones de un hombre

 

Miles no era un tipo precisamente recomendable. Fuertemente misógino, mal padre, mal esposo, Miles era un auténtico hijo de su madre. El primero que lo decía era Miles. Precisamente el amigo con el que todos nos juntamos en la escuela no era. A no ser que uno fuera de carácter como el Príncipe de las tinieblas. Era difícil, el tío. Las mujeres que lean esto podrán comentar o no si era un seductor. Miles gustaba del sexo a raudales y era su pasión al margen de las blue notes. La primera vez que vino a tocar a Europa se enrolló con Juliette Greco. Eso sí, a las esposas que tuvo las amó mucho y bien. Dan fe de ello, hasta que Miles se cansaba de ellas.

 

Miles tuvo otra pasión casi toda su vida. Y la verdad que le pasó factura, hasta el punto de depender de la heroína y la cocaína y las pastillas para poder soportar el ritmo vital y musical que se había impuesto. No lo dejó, hasta el momento de su muerte de parálisis cerebral, Miles estuvo metido hasta las narices en la toxicomanía. No fue capaz de dejarla, menudo era, él, para que alguien le derrotara. Mal asunto.

 

Me gustan las fotografías que salen en la película. Miles era un filón para los fotógrafos, aún si Miles se ponía de espaldas a tocar en el escenario. Miles era un niño bien, el padre de Miles era cirujano dentista y a Miles no le faltó nunca nada. Ni los estudios musicales.

 

Miles ahead 

 

Hablemos de música. Hablar de la música que suena en la película es hablar en vano, por cuanto la música que suena en la película abarca la historia de la música negra de la segunda mitad del siglo XX. Miles y su influencia. Si vemos a Miles, tenemos que ver por cojones a Parker, a Coltrane, A Dizzy, a Wayne Shorter, Bill Evans (piano), Gil Evans, escuchamos All blues, Miles, el adagio del Concierto de Aranjuez. También a Jimi Hendrix, quien para Miles ocupaba un lugar de primera categoría en el universo de la música negra. Cuando se inventa el nacimiento del Cool, Miles trabaja con músicos blancos en su mayoría. En el documental se dice que Miles no era racista pero alude constantemente que no soporta que los blancos suplanten la música de los negros, en jazz o en otro estilo. También se dice que a Miles le daba igual el color de la piel de sus músicos. Spike Lee sale en el documental porque al final de la vida de Miles le dirigió un video clip. Miles grabó con raperos también: el Doo bop con Easy Mo Bee. Hay una frase que me gusta del biógrafo Ian Carr, y es que Miles no dejó de mirar al pasado, pero siempre mirando hacia delante. La etapa electrónica no es mi preferida de Miles, pero algún día me pondré con ella, empezando con el Tutu. Porque también en Tutu lo que sobresale es lo que sale de su sordina. También dice McLauglin, creo, que aún en estos últimos discos, la trompeta de Miles suena igual que en los tiempos primeros de la Columbia Records. Y tiene razón el hombre, tiene razón.

 

Si algo me gusta del documental es que no pretende mitificar más el mito. El mito está ahí, a la vista de todos, y al oído también. Viene bien saber de la parte oculta del mito para comprender mejor muchas de las cosas que luego asoman a la superficie. No esconde ni edulcora que Miles se pasó 5 años hasta llegar al año 80, en que volvió a grabar, todavía montado en el caballo.

 

Los últimos años de su vida también los pasó esnifando y pintando. Miles descubrió una vena artística alejada de la sordina. ¿Que si tiene algo que ver con Picasso? “No sé, quizá en el modo en que modifico la música. Sí, se puede decir así, pues yo la modifico de verdad”.

 

Al menos vivió la vida como él quiso siempre, en todo momento.

5 comentarios

Esther -

Hola, acabo de leer este artículo y me he quedado con ganas de saber qué fotógrafo hizo la foto de Miles ahí sentado, pensativo y con pañuelo? De quién es esa foto?

Un saludo.

Piano y Jazz-Flamenco -

A ver si la veo... tiene pinta de ser muy buena.

Gracias por la recomendación.

Un abrazo

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José Manuel Quintana Cámara
Piano y Jazz-Flamenco (http://pianoyjazz.blogspot.com)
pianoyjazz@hotmail.com
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Alvy Singer -

Sea como sea Miles Davis reposa en paz en la estratosfera de los genios absolutos.

cromer -

Creo que fue Alvy el de la recomendación de tokio Blues sorry.

cromer -

Muy buena recomendación y espero tenerlo pronto entre mis manos. Por cierto gracias por la recomendación de Tokio Blues, genial libro. Sau2