Straight, no chaser: universo propio
Straight, no chaser fue una producción Clint Eastwood del año 1987. La directora es Charlotte Zwerin. Straight, no chaser viene a ser el título de una de las más famosas composiciones del protagonista en cuestión, que no es otro que el pianista americano Thelonious Monk. El haber escogido a este personaje, y no a otro del mundo del jazz, tiene su razón de ser en la particular personalidad de este músico nacido en Rocky Mount (Carolina del Norte) en 1917.
En la cinta acompañamos al pianista por varias de sus giras mundiales. Monk murió en 1982. Apartado de la escena musical por decisión propia a mediados de los años 70, una más de sus extrañas decisiones de su extraña idiosincrasia, el documental recoge momentos grabados en la década de los 60 y recuperados aquí como una especie de recopilación de imágenes representativas de su persona. Aderezado por diversas opiniones de músicos acerca del estilo musical de Monk, el collage compuesto refleja de manera bastante fiel el universo totalmente distintivo de este pianista y compositor. Imbuido de esa manera de tocar y componer iconoclasta que tenía Monk, el documental en todo momento tiene un aspecto formal muy cercano a la heterodoxia propia de su protagonista: al compás del comportamiento de Monk, así como a hachazos, sin seguir un patrón definido, guiándose más por el instinto que por otras cosas, irá marcándose el ritmo de la cinta.
Monk retratado fielmente, un Monk íntimo y desconocido, del que se extrae una visión que da lugar a que nosotros saquemos claves que expliquen su manera no sólo de vivir, sino también de componer, de la manera que Monk tenía para proyectar su mente en forma de música. Una personalidad única. Lo vemos en ocasiones como aislado del mundo, incluso de sus propios compañeros. Lo vemos apartado de todos en la espera de un aeropuerto. Antes de entrar a escena. Su peculiar forma de tratar a los periodistas durante una entrevista. Somos testigos de ese universo para el que, efectivamente, sólo él, o muy pocos más, parecía tener pasaporte. Bueno, pues a eso nos invitan con esta película. A compartir momentos, a observar a un genio. Para el que no conociera la vida de este personaje, con Straight, no chaser puede hacerse una idea más que aproximada de la misma. Un descubrimiento en todos los sentidos. Si uno empieza por escuchar su música y acaba desconcertado en primera instancia, quizá con la visión de esta película pueda sentirse, cuando menos, algo más capacitado para entenderla. Para el que ya sepa de su vida y obra, Straight, no chaser sirve para sentirse más cómplice, si aún cabe, con Monk.
Lejos de cualquier pretensión de hacerse notar en la película, no vemos señales de vida ni de productor ni de directora en ningún momento, no se inmiscuyen en una labor hipnótica que involuntariamente corresponde, sin que él lo sepa, a Monk, el llamado sumo sacerdote del bop.
En la cinta acompañamos al pianista por varias de sus giras mundiales. Monk murió en 1982. Apartado de la escena musical por decisión propia a mediados de los años 70, una más de sus extrañas decisiones de su extraña idiosincrasia, el documental recoge momentos grabados en la década de los 60 y recuperados aquí como una especie de recopilación de imágenes representativas de su persona. Aderezado por diversas opiniones de músicos acerca del estilo musical de Monk, el collage compuesto refleja de manera bastante fiel el universo totalmente distintivo de este pianista y compositor. Imbuido de esa manera de tocar y componer iconoclasta que tenía Monk, el documental en todo momento tiene un aspecto formal muy cercano a la heterodoxia propia de su protagonista: al compás del comportamiento de Monk, así como a hachazos, sin seguir un patrón definido, guiándose más por el instinto que por otras cosas, irá marcándose el ritmo de la cinta.
Monk retratado fielmente, un Monk íntimo y desconocido, del que se extrae una visión que da lugar a que nosotros saquemos claves que expliquen su manera no sólo de vivir, sino también de componer, de la manera que Monk tenía para proyectar su mente en forma de música. Una personalidad única. Lo vemos en ocasiones como aislado del mundo, incluso de sus propios compañeros. Lo vemos apartado de todos en la espera de un aeropuerto. Antes de entrar a escena. Su peculiar forma de tratar a los periodistas durante una entrevista. Somos testigos de ese universo para el que, efectivamente, sólo él, o muy pocos más, parecía tener pasaporte. Bueno, pues a eso nos invitan con esta película. A compartir momentos, a observar a un genio. Para el que no conociera la vida de este personaje, con Straight, no chaser puede hacerse una idea más que aproximada de la misma. Un descubrimiento en todos los sentidos. Si uno empieza por escuchar su música y acaba desconcertado en primera instancia, quizá con la visión de esta película pueda sentirse, cuando menos, algo más capacitado para entenderla. Para el que ya sepa de su vida y obra, Straight, no chaser sirve para sentirse más cómplice, si aún cabe, con Monk.
Lejos de cualquier pretensión de hacerse notar en la película, no vemos señales de vida ni de productor ni de directora en ningún momento, no se inmiscuyen en una labor hipnótica que involuntariamente corresponde, sin que él lo sepa, a Monk, el llamado sumo sacerdote del bop.
3 comentarios
tamara carolina -
BUNNY -
José Manuel -
Enhorabuena, y a disfrutar de la buena música.
Saludos.
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José Manuel Quintana Cámara
Piano y Jazz-Flamenco
http://pianoyjazz.blogspot.com
pianoyjazz@hotmail.com
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