Ascensor para el cadalso: la muerte en directo
Dicen que para ponerle música a Ascensor para el cadalso, Louis Malle le proyectó a Miles Davis la película, ya rodada, en un pase privado, para que el trompetista de las tinieblas se hiciera cargo de la banda sonora de la misma. Posteriormente, Miles se mete en un estudio para crear la música sobre la marcha. No sé si todo esto formará parte de la leyenda, que como toda leyenda puede tener bastante de realidad, pero por lo menos la idea queda bonita. Miles hizo una maravilla con su partitura, la película se benefició de otra gran aportación jazzística al cine y todos tan contentos. Louis Malle, el primero, ese extraordinario cineasta francés y formidable amante del jazz. Año 1957.
Ascensor para el cadalso no es una película de jazz. Pero. Como si lo fuese en espíritu. Primero porque así lo querría seguramente el director. Luego porque Miles la tamiza en forma de balada, en forma de sordina. La tiene, esa atmósfera. Y si a eso le sumamos Jeanne Moreau, que tiene casi el mejor papel de su filmografía y que está más guapa que nunca y que además era buena actriz; y que el argumento, con todos los maravillosos clichés del género (pareja de amantes que planea la muerte del marido de ella), está a la altura del mejor cine negro americano. Y que Malle, recién terminado su doctorado en Cahiers du Cinema, echa mano de su cinefilia para hacer su primera película (Perdición, rubias fatales...) en un blanco y negro de los gloriosos; pues todo sumado da como resultado una de las mejores trabazones que de cine y jazz háyanse conseguido en la noche de los tiempos. Amén de que el film cuenta con uno de los títulos más lúcidos y atinados de los 110 años largos ya de la existencia del cinematógrafo.
Miles de gira por Europa. Malle, que se entera. Malle que le llama, que le cuenta. Miles que acepta. Elige al cuarteto del pianista René Urtrager. Urtrager al piano, Barney Wilen al saxo tenor, Pierre Michelot al contrabajo, todos ellos franceses y el emigrado Kenny Clarke a la batería. En Europa, lo mejor de lo más. Sin más. Miles conoce pues la película, le echa un vistazo al guión y se pone a trabajar. Por bloques.Y a improvisar. Nuit sur les Champs-Elysees, Le Petit Bal, Generique, Florence sur les Champs-Elysees, Au Bar du Petit Bac, Assassinat, Final, L’Assassinat de Carala, Chez le Photographe du Motel, Sequence Voiture, Sur L’Autoroute, Motel (Diner au Motel) El grupo existió sólo para la grabación, para una actuación anterior en el Olimpia de París y para otra posterior en Ámsterdam. Lástima.
Suena a tópico, pero la trompeta de Miles es un personaje más. Los arreglos para el quinteto son exquisitos; cómo suena esa sordina cuando tiene que sonar; qué grande era este Barney Wilen; qué buenos y sólidos los músicos franceses, desde siempre. Y ahí está Kenny Clarke en su exilio parisino, en ese elevadísimo segundo plano desde la batería. Y cuántas veces te vuelve la melodía de la película, después y nada más de acabar de verla.
5 comentarios
Víctor -
La magia del cine se ve mejor que nunca en este film.
Félix -
Alvy Singer -
Escucharla es una delicia...
La pelicula no se queda atrás.
cineconjazz -
Y gracias por enriquecer la historia de esta grabación de Miles.
lacasiopeaa -
Con respecto a la "leyenda" que comentas, te cuento. No es una leyenda. Es totalmente cierto (te remito a la página 92 del libro "Miles Davis y Kind of Blue. La creación de una obra maestra" de Ashley Kahn)
Davis entró en contacto con Malle a través de su antigua novia parisina, Juliette Greco. La sesión se grabó dos semanas después de haber visionado la película por primera y única vez. Impresionante Miles. Impresionante película del film noire.