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Todos dicen I love you: Makin' whoopee

Todos dicen I love you: Makin' whoopee En realidad de Woody Allen  podrían traerse pues prácticamente todas las películas. No es la primera que analizamos, en su día ya hablamos de Acordes y desacuerdos. Y no será la última tampoco. Volverá. La que viene ahora, Todos dicen I love you. Pero más que por el jazz, viene por una razón: primero, para inaugurar el apartado de musicales, y después porque Todos dicen I love you es un musical. Un estupendo musical.  

El Woody Allen de los 90 se saca de la chistera de buenas a primeras la idea de un hermoso homenaje a los pequeños y grandes musicales de los años 30, 40 y hasta 50 del Hollywood dorado de las estrellas. Allen capta a la perfección el espíritu que impregnaba a todas y cada una de aquellas casi irreales películas de baile y canciones. Para ello, echa mano de las composiciones de gente como Cole Porter, Gus Khan, Richard Rodgers, composiciones (y coreografias) asociadas inevitablemente a los Fred Astaire, Ginger Rogers o Busby Berkeley, y los traslada a un NuevaYork actual. La película resulta ser un soplo de aire fresco y también para su trayectoria.

Hay un desafío interpretativo importante para los actores de la película: tener que ejercer casi por primera vez en sus carreras de improvisados cantantes. Y gente tan variopinta como Julia Roberts, Edward Norton, Alan Alda, Natalie Portman, Goldie Hawn o Tim Roth pasan con nota el trago. Y es que ninguno de ellos se libra de probar las lides del canto. El mismo Woody.

De todas formas, no podemos olvidar que detrás de este rendido homenaje al musical americano se encuentra nada menos que una comedia de clásico estilo 100% Allen, con momentos logradísimos y situaciones extraordinarias. Como muestra, que Woody se permita el gustazo de echarse como novia a la sin par Julia Roberts. Julia Roberts canta el All my life pensando en Woody. Con la tontería, igual es una de las comedias más sofisticadas que hay en su filmografía.

Luego están los personajes “Guadiana”, ésos que aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer cuando uno menos se lo espera, personajes capaces por si solos de salvar con una línea de diálogo toda una película. Alan Alda está inconmensurable, una vez más, porque a la chita callando se convirtió en “chico Allen”. La familia de Alan Alda y Lukas Hass, el hijo neo fascista. Natalie Portman irresistible ya de adolescente. Edward Norton es un espléndido actor, de corte clásico y muy eficaz en todo tipo de papeles. Y tiene una voz muy simpática cantando. Goldie Hawn, una cómica innata.

Incluso los números musicales están tratados con cierta sorna y cariño, en especial el mágico baile final de Allen con Goldie Hawn a orillas del Sena, en un entrañable tributo a la pareja Fred Astaire-Ginger Rogers. Otro baile, con el que acaba la película, resulta todo un homenaje hecho con mucho cariño y admiración: bailarines que portan máscaras del inefable Groucho Marx mientras de fondo suena el tema Hooray for Captain Spaulding, nombre del personaje del propio Groucho en la película El conflicto de los Marx, de 1930.

El responsable de los arreglos musicales es otra vez Dick Hyman. Como en casi todas sus películas. Dick Hyman es un pianista estilo swing, pero que entre otras cosas tiene grabaciones con Charlie Parker. El veterano músico se las apaña para orquestar temas que hemos oído miles de veces, tanto en Broadway como en versiones de jazz: Just you, just me; My baby just cares for me; Makin’ whoopee; I’m thru with love; If I had you; I can’t believe that you’re in love with me; What a little moonligth can do; Chinatown, my Chinatown…

Pura comedia, puro musical. Puro Woody Allen.