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Cine y Jazz

Ray: una visión distinta

Ray: una visión distinta Hablamos aquí de Ray porque el blues y el jazz son primos hermanos. Ray trata de la carrera musical y personal del genio del rhythm and blues Ray Charles. Ray Charles Robinson, que falleció el año 2004, justamente mientras Taylor Hackford, como director, y Jamie Foxx, como protagonista, se encontraban en pleno rodaje de la cinta.

La historia comienza en 1948, con la salida del joven Ray de su Florida del norte natal hacia su meteórica carrera, primero a Seattle, luego a Nueva York, luego a tantas y tantas ciudades. Nombres como Nat King Cole, Lionel Hampton, Quincy Jones o Art Tatum se pasean por las líneas del guión de James L. White. Era algo conocido que los primeros éxitos de Ray Charles como músico fueron gracias a un grupo-clon del trío de Nat King Cole. Aquí se da una explicación bien sencilla. Es lo que Ray ha escuchado y que, sobre todo, le gusta. El hecho de que cambie responde más a planteamientos comerciales de la productora. A él, en cambio, tampoco parece que le afecte en demasía. Si hay que tocar rhythm and blues, se da el giro al rhythm and blues, un estilo que puede que nazca con espontaneidad, con pura y llana naturalidad.

La orquesta de Lowell Fullson será el inicio de esa nueva etapa musical, personal y... de otras cosas, novedosas y adictivas. Dos perdiciones nacen en el nuevo Ray Charles. El gusto por las mujeres y por la heroína. Conoce a su mujer “oficial”, forma una familia. Paralelamente construirá esas realidades que no aparecen en los libros de historia ni en las enciclopedias de música: sus ardientes amantes, infidelidades varias, coronado todo ello por una feroz y silenciosa adicción a las drogas.

Jamie Foxx: yo soy Ray

Es curioso un paralelismo existente entre Bird, una de nuestras anteriores películas comentadas y Ray. En ambas dos se cuenta la vida de dos de los máximos representantes de dos estilos de música. En ambas se nos ofrece una aproximación bastante acertada de la vida de un dos músicos. El biopic, tradicionalmente edulcorado y manipulador en Hollywood, renace con estas visiones honestas, objetivas, apenas con adornos y pocas licencias. También en Ray tiene lugar una interpretación absolutamente prodigiosa por parte del actor Jamie Foxx. Otro punto en común con Bird. Si allí Forest Whitaker ofrecía un recital en su encarnación de Charlie Parker, aquí otro actor relativamente desconocido para el gran público no sólo realiza una actuación portentosa, de las que efectivamente marcan una época y a un actor, sino que llega a ser una reencarnación más que virtual, absolutamente exacta del pianista invidente. Imitaciones al margen, tener que escuchar la voz en original de Jamie Foxx es necesario y obligatorio.

También en Ray vemos un recurrente regreso al pasado para encontrar las claves que expliquen el porqué del comportamiento “libertino”, despreocupado, de Ray. El sentimiento de culpa, el remordimiento del que Ray pretende huir internándose en las drogas, en la promiscuidad, ante ese pasado que a él se le presenta por medio de símbolos y visiones en su vida cotidiana, describen de forma angustiosa el universo, oscuro universo al fin y al cabo, que debe afrontar por las buenas... o por las malas.
En uno de los varios flashback del film, su madre le enseñará una lección que Ray nunca olvidará: afrontar el resto de su vida mediante la superación y la lucha personal, todo lo que de ahí en adelante se va a encontrar; a veces su madre le enseñará a valerse por si solo de manera cruel, despiadada, cosa que al joven Ray le vendrá muy bien a la hora de vivir, ya lo sabemos, a su manera.

Un genio natural

Que si la elección de algún estilo, véase el country del celebérrimo I can’t stop loving you, pueda ser rebatible, o la pequeña “traición” al cambiar del sello discográfico independiente en el que se encontraba a uno de los principales empresas del sector, queda salvado por esa total naturalidad con que Ray Charles se tomó, también aparentemente, su carrera musical y personal. El country: de nuevo él ya explica en la película que es la música que siempre escuchó de pequeño en la radio. El cambio de sello: agradezco todo lo que habéis hecho por mí, pero ahí me pagan más. Es decir, el estilo de Ray, tanto es su vida como en su música es el desdramatizar. Suficiente desgracia (¿o no tanta?) fue ya la pérdida de mi facultad visual. Lo mejor que sé hacer es echar la vista al frente y continuar.

El propio Ray Charles se involucró personalmente en la banda sonora de la película, con nuevos arreglos elaborados para la película, como ese Georgia on my mind de los títulos de crédito finales. No faltan, están todos: Hit the road Jack, ese Georgia on my mind, What I’d said, Unchain my heart, todas sus composiciones para deleite del más acérrimo de sus incondicionales, que también tienen la ocasión de (sí, es él en más de una ocasión) de escuchar al propio Jamie Foxx cantar alguno de los inmortales éxitos de Ray Charles.

Si algún pero le ponemos a Ray es que roza el límite del que hablamos del biopic típicamente “hollywoodiense”. Bien es cierto que la película no rehuye temas como el de la adicción a las drogas del músico o de sus constantes infidelidades. Pero tampoco debemos olvidar que entre los productores se encuentra el propio hijo de Ray Charles, pequeños detalles en los títulos de crédito al afirmar que tanto Ray como de afectados dejó en su momento su adicción a los estupefacientes, una mención que en realidad podría haberse evitado. Por otra parte, la mención y aparición en alguna que otra ocasión del genial Quincy Jones da la impresión de estar metida a presión; su personaje apenas tiene un desarrollo continuado para la historia, lo que da que pensar que se trate más de un guiño de Ray a su amigo del alma que a una inclusión esencial para el avance de la película.

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